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Degustar un buen café es la compensación en experiencias gustativas y anecdóticas, va más allá de una simple acción y se torna una vivencia que deriva en recuerdo sobre todo, cuando se comparte.
En una era llena de prisa, tecnología y practicidad en el consumo, beber un café artesanal es por definición un acontecimiento digno de ser vivido y la invitación manifiesta a valorar lo que existe detrás de la denominada cultura del café.
Entre los espressos, como: latte, macchiato, cappuccino, ristretto y mocca, cuya riqueza en sabor es absoluta, el macchiato que significa manchado en italiano, es un clásico que en la actualidad, sigue vigente entre los amantes del también denominado tinto.
A decir de Julián Romano, owner y roastmaster de OnceOnce Tostadores de Café, su complejidad radica “en un cuerpo denso, dulzura acaramelada, además de una acidez brillante y jugosa que hace salivar al comensal más exquisito”.
El macchiato tiene como base una medida de espresso que se “mancha” con espuma de leche entera; idealmente se sirve en vaso o taza mediana transparente, a fin de poder apreciar la irrupción de la espuma en la monocromía de un café persistente, intenso y redondo.
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Lejos del lechoso latte y más cerca del cortado, el macchiato es un espresso bien cargado, servido con leche en espuma y la suma dedicación de un barista.
En México, el café de especialidad está de regreso de la mano de las llamadas barras de café gourmet, donde los métodos de extracción que se utilizan buscan potenciar los atributos del grano, cuyo tueste y molido se hace en pequeñas cantidades.
El surgimiento de estas barras propició, según el Consejo Mexicano del Café, un aumento en el consumo de la bebida, convirtiéndola en el segundo producto, después del petróleo, con mayor valor económico a nivel global.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Cafés y Cafeterías de Especialidad, entre los principales países productores del aromático están: Brasil, Colombia, México, India y Etiopía.
Desde el Golfo de México y hasta la zona Centro-Norte en Chiapas, el café (producción, procesamiento y comercialización) emplea a tres millones de personas, a lo largo de 398 municipios en los estados productores de mayor importancia: Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Guerrero e Hidalgo, entre otros.
El café, en México es factor decisivo para la conservación del tejido social, además de un sustento para que miles de comunidades superen la miseria; de ahí la importancia de pagarlo bien, pues al hacerlo contribuimos al bienestar de ciertas regiones del país.
Disfrutar de un macchiato es la exhortación a probar sabores nuevos, a cambiar la rutina y las costumbres, e implica el recordatorio de que existen cosas buenas más allá de lo conocido, sólo es necesario aguzar los sentidos y estar dispuesto a asombrarse siempre.